Para entender el dolor lo primero que debemos conocer es qué es el dolor y cómo actúa sobre nuestro cuerpo. El dolor es una señal que manda el sistema nervioso hacia alguna parte del cuerpo en concreto para indicar que algo no está bien. Puede manifestarse de distintas maneras ya sea en forma de pinchazo, hormigueo, ardor o molestia. La intensidad del dolor también varía pudiendo ser desde leve o moderada hasta aguda. Además, este dolor puede estar claramente localizado en una zona muy concreta del cuerpo o tratarse de un dolor generalizado.
Sentir dolor es fundamental para diagnosticar cualquier problema, lesión o enfermedad ya que nos ayuda a identificar donde puede estar sufriendo el cuerpo. Se pueden identificar diferentes síntomas en función de su origen, localización o procedencia. A continuación, repasamos algunos de ellos:
- Dolor muscular: se da en zonas del cuerpo que han sido forzadas muscularmente. Algunas de las más comunes pueden ser la espalda o el cuello.
- Dolor reumatológico: engloba a todos los dolores relacionados con el aparato locomotor como la artritis o la osteoporosis. En este caso deberías acudir al médico.
- Dolor traumatológico: aparece después de una contusión que haya podido provocar un esguince, una luxación o una rotura. En este caso deberías acudir al médico.
- Dolor oncológico: este dolor aparece de repente, de forma brusca e intensa. Es lo que se conoce también como dolor irruptivo. En este caso deberías acudir al médico.
¿Se puede prevenir el dolor?
En algunas ocasiones el dolor se puede prevenir. Mantener una buena alimentación y un buen descanso, o tener una buena higiene postural, pueden ser factores fundamentales a la hora de prevenir el dolor, como el dolor de espalda o el dolor cervical. Sin embargo, existen otro tipo de dolores que no se pueden prevenir como podría ser, en según qué casos, el dolor menstrual.
Tratamientos para el dolor
Existen diferentes tipos de tratamientos para el dolor. En Actro te recomendamos nuestra gama de productos compuestos con naproxeno sódico, paracetamol, ácido acetilsalicílico o etofenamato, que ayudan a aliviar el dolor. Además, existen una serie de terapias complementarias para el dolor que pueden ayudarte a tener un mayor control sobre él sin necesidad de medicamentos.
El dolor no es un límite. Es un idioma.
Aprende lo que tu cuerpo te está diciendo en esas ocasiones.